miércoles, 5 de septiembre de 2018

LA TERAPIA COGNITIVO CONDUCTUAL Y LOS FÁRMACOS EN EL TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN DEL TRASTORNO BIPOLAR TIPO I




La enfermedad maníaco depresiva es compleja en su origen, diversa en su expresión, impredecible en su curso, severa en su recurrencia y a menudo fatal en su evolución.

El 1.3% de la población mexicana puede padecer trastorno bipolar tipo I alguna vez en la vida, afectando más a los varones (1.6%) que a las mujeres (1.1%). La Asociación Psiquiátrica Americana incluye en el DSM-IV-TR al trastorno bipolar tipo I en la categoría de los Trastornos bipolares y en el DSM-5, dentro de los Trastornos bipolares y otros relacionados. Este trastorno se caracteriza por la presencia de episodios maníacos, mixtos y depresivos aunque para su diagnóstico requiere de la presencia de uno o más episodios maníacos (siempre y cuando éstos no formen parte del trastorno esquizoafectivo tipo bipolar). Los episodios maníacos y los episodios depresivos pueden tener o no características mixtas, psicóticas o catatónicas; los episodios depresivos pueden, además, mostrar o no síntomas atípicos o síntomas de melancolía. Los episodios depresivos son mucho más frecuentes que los episodios maníacos, con el consiguiente impacto en la vida de la persona. Por eso diagnosticar y tratar a la depresión bipolar constituye una situación clínica frecuente en el caso de estos pacientes.

El trabajo realizado por Chavez, Benitez y Ontivieros (2013) tuvo como objetivos demostrar, por medio de la revisión de los ensayos clínicos controlados, la importancia y la utilidad de la terapia cognitivo conductual (TCC) como tratamiento coadyuvante del manejo farmacológico de la depresión en el trastorno bipolar tipo I en aquellos ámbitos que no pueden ser resueltos por el tratamiento farmacológico (síntomas residuales, adherencia y cumplimiento del tratamiento, conciencia y comprensión del trastorno bipolar, identificación temprana de los síntomas de los episodios afectivos y desarrollo de habilidades de afrontamiento). Para ello se consideraron parámetros trascendentales para la práctica clínica psiquiátrica: El efecto sobre la adherencia del paciente al tratamiento farmacológico, la disminución en el número, la intensidad y la duración de los episodios depresivos, el aumento en el tiempo de duración de los períodos de eutimia y la mejoría en la calidad de vida y el funcionamiento psicosocial.

Los resultados

El uso de estabilizadores del ánimo, la combinación de olanzapina con fluoxetina y la quetiapina son alternativas de tratamiento farmacológicas aceptadas en el paciente con depresión en el trastorno bipolar tipo I. La psicoterapia constituye gran parte del plan de tratamiento debido a las consecuencias psicosociales de los episodios depresivos y maníacos sufridos en el pasado, la vulnerabilidad de la persona a sufrir nuevos episodios en el futuro y a la persistencia de síntomas residuales significativos. La psicoterapia es muy a menudo una fuerza estabilizadora en la vida de los pacientes. La mayoría de aquéllos que no están en psicoterapia no sienten la necesidad de reflexionar acerca de sus sentimientos ni de sus acciones, no se toman tiempo para identificar sus problemas y por eso no establecen metas para mejorar. La terapia cognitivo conductual (TCC) al enfocarse al monitoreo y la solución de los síntomas y a evitar nuevos episodios de enfermedad bipolar, provee al paciente de una estructura sólida que favorecerá su bienestar.



En las Guías de Tratamiento del Trastorno Bipolar de la Asociación Psiquiátrica Americana se mencionan a la TCC, la terapia familiar focal y la terapia interpersonal y ritmo social, dentro del armamentarium psicoterapéutico. En la versión revisada no oficial de estas guías se describe la utilidad de la terapia familiar focalizada sobre los síntomas (menos recaídas y períodos mayores de estabilidad y en la adherencia al tratamiento) y de la TCC para disminuir el número de recaídas, la duración de los episodios y la necesidad de hospitalización. 

Freud y la psicoterapia psicodinámica


Antes de iniciar la descripción y análisis de la TCC, es necesario apuntar que Freud hizo referencia al trastorno bipolar, de forma muy breve, en Duelo y Melancolía? Para este autor, el origen de los episodios de manía y melancolía (depresión) se debían a un mismo conflicto intrapsíquico inconsciente originado durante el desarrollo del individuo. En la melancolía el conflicto se manifiesta de forma directa: la pérdida del objeto —léase la persona— experimentado como abandono, genera hostilidad. El Ego no puede dirigir ese impulso agresivo hacia el objeto perdido, prefiere redireccionarlo hacia sí mismo, originándose así los síntomas de la depresión; en la manía el fenómeno se encubre manifestándose por el fenómeno opuesto, una energía desbordante. Sin embargo, a pesar de que han transcurrido cien años desde esa propuesta, la evidencia sobre la efectividad de las intervenciones psicodinámicas, ya sean en forma de psicoanálisis clásico (restructuración de la personalidad) o de psicoterapia psicodinámica (comprensión a través del insight del origen de los síntomas) por medio de la interpretación, la elaboración del conflicto patógeno y la comprensión consciente de los conflictos inconscientes, no ha sido estudiada apropiadamente y por ello tampoco se ha probado su utilidad.

La Terapia Cognitivo Conductual (TCC)

La TCC comparte una serie de características con otras psicoterapias útiles en el tratamiento de la depresión bipolar, tanto en su formato (tratamientos altamente estructurados, basados en un modelo de diátesis y estrés, explicación del origen del problema, bases del tratamiento, aprendizaje y uso de habilidades y aumento en la sensación de capacidad de la persona) como en su contenido (psicoeducación, cambios en el estilo de vida y establecimiento de rutinas diarias, adherencia al tratamiento y prevención de nuevos episodios).

A continuación se describen y detallan las bases, de la utilidad de la TCC, cuando se adiciona al tratamiento farmacológico de la depresión en el trastorno bipolar I.

La TCC es una forma de psicoterapia breve y de objetivos limitados, creada por Aaron Beck hace cerca ya de 50 años. Inicialmente propuesta para el tratamiento de la depresión, ha resultado útil dentro de la terapéutica de distintos trastornos mentales. El foco primario de este modelo terapéutico es identificar y cambiar los patrones mal adaptativos de procesamiento de la información y del comportamiento. Aunque su marco teórico es totalmente psicológico, esta psicoterapia es completamente compatible con las teorías y terapéuticas biológicas. La intervención cognitivo conductual adicional genera mejores resultados que administrar medicamentos únicamente.

Modelo cognitivo de la depresión en el trastorno bipolar: Un modelo explicativo, no etiológico

La TCC se basa en el modelo cognitivo en donde la interpretación de los eventos influye sobre las emociones y los comportamientos de la persona; los sentimientos y las conductas dependen de la forma en que las personas interpretan las situaciones. Para la TCC el trastorno bipolar consiste en un círculo vicioso en el que los síntomas depresivos producen cambios en la cognición y en el comportamiento, dando lugar a mal funcionamiento con los consecuentes problemas psicosociales. El incremento en el nivel de estrés dará lugar a nuevos episodios sintomáticos, depresivos o maníacos. Un modelo cognitivo más complejo incluye a los factores biológicos —diátesis, heredabilidad o predisposición genética— del trastorno bipolar, en interacción constante con los eventos de la vida; los mecanismos de afrontamiento del paciente no son lo suficientemente fuertes y adaptativos debido a su estilo de interpretación (cognitivo) tornándolo vulnerable a recaer y a presentar nuevos episodios afectivos. La TCC modifica los elementos cognitivos, conductuales y afectivos ayudando así al paciente al manejo de su enfermedad, retrasando o deteniendo su progresión.

La TCC, al igual que otras formas de psicoterapia para el trastorno bipolar, comienza con la psicoeducación acerca de este padecimiento y la manera en que los factores ambientales y los pensamientos (cogniciones) y comportamientos del paciente afectan el curso de la enfermedad.

Son varios los fines de incluir esta parte psicoeducativa dentro del marco de la TCC:
1. Si el paciente conoce las manifestaciones de la fase depresiva y maníaca del trastorno bipolar puede desarrollar la capacidad de detectar tempranamente los síntomas. La emergencia de síntomas subclínicos de manía y depresión indican la recurrencia o la recaída. La TCC además permite establecer un plan de acción para tratar de evitarlos o de contender con los nuevos episodios. 

2. Si conoce la evolución del trastorno bipolar y la utilidad de los fármacos para detener los ciclos puede mejorar el cumplimiento del tratamiento psicofarmacológico. Entre un 40% y un 60% de los pacientes no cumplen adecuadamente con su esquema terapéutico. La TCC permite identificar las razones de la no adherencia y entonces desarrollar estrategias para superar esos obstáculos.

Las estrategias de la TCC permiten, además, disminuir el efecto de los eventos ambientales estresantes en el paciente al brindarle apoyo en la toma de decisiones, en el manejo del estrés y la solución de los problemas en las relaciones. La TCC facilita la adherencia terapéutica, disminuye las recaídas y ayuda a la persona a manejar las consecuencias psicosociales de la enfermedad. Para ello, además de el enfoque psicoeducativo y el desarrollo de un sistema de alarma para anticipar un nuevo episodio, la TCC incluye mejorar y mantener la adherencia al tratamiento farmacológico, así como modificar el estilo de vida, disminuir estimulación, actividades y estrés e introducir una buena higiene del sueño, cuestiones críticas para conseguir la estabilidad emocional. El componente terapéutico de la TCC incluye estrategias cognitivas, cuestionamiento de los pensamientos automáticos y supuestos mal adaptativos por medio del cuestionamiento socrático, la restructuración cognitiva y la confirmación por medio de la conducta y conductuales, retorno gradual a la actividad y una rutina regular de actividades para el control de los síntomas y métodos para disminuir los estresores psicosociales por medio del entrenamiento en la solución de problemas frecuentemente presentes como los problemas interpersonales, financieros y laborales. Deben considerarse dentro de la TCC las intervenciones dirigidas al tratamiento de la comorbilidad.

La utilidad de la TCC depende en mucho de la solidez de la alianza terapéutica. La confianza del paciente en el terapeuta es crítica pues cuando los síntomas reaparezcan es indispensable que el paciente se sienta confiado de hablar de ellos y acepte las propuestas del terapeuta. Por otro lado, éste último debe aceptar que el curso de la terapia no es el tradicional, pues además de ayudar al paciente a lograr la mejoría del cuadro depresivo y a manejar las repercusiones psicosociales de la enfermedad, debe también prepararlo para los nuevos episodios. Las visitas, en un principio semanales, se harán posteriormente quincenal y mensualmente de acuerdo a la evolución del cuadro, pero con el retorno de los síntomas por los eventos estresantes y las transiciones a lo largo del ciclo vital, se hacen necesarias visitas más frecuentes. Una diferencia fundamental en el tratamiento con TCC en el caso de la depresión "unipolar" y la bipolar es la duración del tratamiento (20 sesiones o 12 semanas en el primer caso, no definido en el segundo caso). Otra diferencia importante se da debido a los síntomas del paciente y su "funcionamiento" en las sesiones de psicoterapia: Es diferente cuando el paciente está en un episodio depresivo, enlentecido en la ideación y en la conducta, que cuando se encuentra maníaco o hipomaníaco.

Conclusiones


La adaptación del modelo de Beck para la depresión constituye un marco teórico que permite comprender a la depresión del trastorno bipolar y las razones por las que la modificación de las cogniciones y de los comportamientos complementa el efecto de los fármacos estabilizadores del ánimo.

Se presentó la evidencia acerca de la utilidad y, por ello, la necesidad de incluir dentro del esquema terapéutico a las distintas psicoterapias como coadyuvantes del tratamiento con estabilizadores del ánimo y otros psicofármacos en el caso de los pacientes con un episodio depresivo debido al trastorno bipolar tipo I.

La adición de la TCC disminuye el número y duración de los episodios depresivos, los síntomas residuales o interepisódicos y también la necesidad de hospitalización. De igual forma tiene un efecto positivo en el funcionamiento psicosocial. Lo interesante de este hallazgo es que el efecto en general se extiende de seis y hasta 24 meses más, después de haber terminado la intervención cognitiva.

La TCC es efectiva en los pacientes recuperados, en aquellos con síntomas depresivos subsindromáticos y que no han tenido más allá de doce episodios afectivos a lo largo de la evolución del padecimiento. Obviamente su utilidad disminuye cuando existe mayor comorbilidad y cronicidad.

Sin embargo es necesario considerar que aun con tratamientos óptimos combinando psicoterapia y farmacoterapia, el 50% a 75% de los pacientes presentan recurrencias a lo largo de un año.

El resultado de un meta-análisis del uso de la TCC en el trastorno bipolar llegó a conclusiones parecidas: Claro impacto sobre los síntomas y en los mecanismos etiopatogénicos de la TCC. Un efecto significativo sobre la adherencia terapéutica, la calidad de vida y el ajuste vital/social. La utilidad de la TCC durante los primeros seis meses desaparece después de los 12 meses .

Los hallazgos descritos en este trabajo señalan la necesidad de mantener un esquema medicamentoso con TCC adicional a largo plazo, propuesta lógica considerando que el trastorno bipolar tipo I persiste a todo lo largo de la vida del paciente.

Referencias

Chávez L., E. Benitez, C., E. Ontivieros U., M., P. (2014) La terapia cognitivo conductual en el tratamiento de la depresión del trastorno bipolar tipo I. revisando en:http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-33252014000200004 




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